Se da la paradoja en nuestros días de que, precisamente por el sedentarismo que sufre gran parte de la sociedad dedicada a trabajos en el sector servicios, nunca en la historia el ejercicio físico había estado tan en boga (por eso y un bombardeo publicitario de culto al cuerpo como nunca visto, pero eso a parte). Una paradoja que haga que sean tiempos duros para ser fisioterapeuta y usuario de gimnasio a la vez.
Me explico. No pasa el día que vaya al gimnasio y no vea mientras entreno a varias personas, de todos los sexos y edades, realizando ejercicios incorrectos y tremendamente lesivos. Independientemente de que no se hagan con un peso excesivo.
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Fisioterapeuta hablando con un colega en el gimnasio |
¿Pero por qué se da esta situación?
Básicamente por el tipo de asesoramiento, o incluso a veces no asesoramiento, que solicita (o no) el usuario:
- La mayoría de la gente son los usuarios lowcost. Sus asesores son o un amigo, o ellos mismos a través de lo que ven a los demás, o la Sportlife (revista, por cierto, cuyos artículos sobre recuperación de lesiones y fisiopíldoras llenan también la consulta). Esto es realmente como si un día queremos aumentar la potencia del coche y junto a un colega nos ponemos a trastear en el motor. Podemos conseguirlo, o podemos averiarlo por no haberlo llevado al mecánico. Con la diferencia de que, en este caso, estamos hablando de la máquina más compleja y más importante que tenemos.
- En otros casos pedimos asesoramiento a los monitores del gimnasio, que nos plantean una rutina de ejercicios según sea nuestro obejtivo: potenciar ciertas partes del cuerpo, tonificación general, perder peso, etc. Pedir asesoramiento a los profesionales de este campo es lo correcto, pero aquí viene de nuevo el problema. De estos profesionales, algunos son técnico medios en actividad física. Estos profesiones conocen la manera de potenciar los distintos grupos musculares, pero no su implicación articular y ni su biomecánica. Otros son licenciados en INEF o, muy rara vez por desgracia, fisioterapeutas. Ambos son los más indicados ya que deberían conocer tanto los métodos como la correcta higiene articular que debe conllevar cada ejercicio para no comprometer las estructuras articulares.
Todas las semanas un monitor de mi gimnasio se me acerca muy amablemente cuando estoy haciendo sentadillas para decirme, cómo aparece en la Sportlife, que no baje tanto como para que las rodillas sobrepasen la línea de mi pie. Sentencia de manual. Agradezco enormemente la atención, pero me gustaría preguntarle el por qué y la razón biomecánica, porque a día de hoy no tengo constancia de ella. Lo curioso es que al lado puedo tener a un chico haciendo hiperflexiones lumbares con una barra de 30 kg y ni miran hacia él. Esta situación ya ha contestado a mi pregunta.
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Candidato a hernia discal |
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Candidata a laxitud glenohumeral |
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Candidata a síndrome subacromial |
¿Por que luego de qué vale de que la gente llegue a la camilla del fisioterapeuta? ¿Para hacer terapia manual en un caso agudo? Si, pero hay que ser muy conscientes de que si no corregimos estas prácticas sólo achicaremos agua en vez de cortar la gotera. Y en casos crónicos, es una desgracia que se haya instaurado una lesión articular o incluso que haya tenido que haber una cirugía cuando sólo con un poco de información correcta no hubiera ocurrido.
La mejor técnica que podemos usar los fisioterapeutas para tratar una lesión es que no se produzca. Y ya es hora de que salgamos de la camilla y las manos a aplicar nuestros conocimientos a este campo, la ingeniería humana, un mundo de fuerzas, palancas y vectores. Como ingenieros que fabrican un coche, y no sólo como mecánicos que lo reparan. Es un campo que nos pertenece y está oculto bajo el monopolio de la terapia manual.
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